Fue discípula amada de Buda. El imaginario colectivo chino ha difundido la leyenda de que Kuan-Yin no descansará nunca hasta que pueda liberar a todos los seres humanos del sufrimiento, por eso atiende a todas las oraciones de los afligidos, por eso se le conoce como la madre que escucha el sufrimiento del mundo.
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